jueves, 10 de julio de 2008

Gran Vía

A veces, mientras camino por la Gran Vía, Madrid me abruma.
A veces la siento tan inmensa, a ella, que hace sentir pequeña.
A veces pienso en que el mundo está repleto de nombres, vidas y personas que desaparecen sin dejar rastro alguno, y nuevas vidas se construyen sobre aquellas que pasaron y no conocimos, nunca conoceremos.
A veces creo que el tiempo es un veneno eficaz: nos mata lentamente mientras nos alienta a mirar siempre adelante.
A veces, mientras camino por la Gran Vía de Madrid, miro a los limpiabotas arrodillados siempre en los cines Capitol y pienso en el número de zapatos que habrán limpiado, en las historias que, en el cuero, leyeron mientras bruñían una piel curtida sobre asfalto.
A veces me gusta sentirme arropada por Madrid, aunque, eso, sólo sea un espejismo urbano.